Matrix, Putnam y... ¿Descartes?


   Despertar de una pesadilla y volver a la "vida real" es aliviador, ¿verdad? No obstante, ¿qué ocurriría si aquello que conocemos como "real" también se tratase de un sueño del que no podemos escapar? Las preguntas acerca de lo que es "real" y lo que es "falso" han constituido un reto para el pensamiento humano desde hace siglos y han marcado definitivamente la historia de la filosofía. La falibilidad de nuestros sentidos y la posible existencia de un ente superior que ejerce un control absoluto sobre lo que percibimos son algunos de los temas tratados en esta problemática y que han inspirado a diversos autores en el desarrollo de teorías, experimentos mentales e incluso obras de ciencia ficción.

   La popular trilogía Matrix (1999-2021), escrita y dirigida por las hermanas Wachowski, es un buen ejemplo que refleja este planteamiento filosófico: el ser humano se encuentra esclavizado por las inteligencias artificiales y sirve como fuente de energía para estas. Como si de ganado se tratase, las máquinas conectan la mente de las personas a una realidad virtual creada a partir de códigos binarios. De esta forma y con una clara influencia platónica, podemos establecer la existencia de dos mundos: el mundo real, un lugar hipertecnificado y gobernado por la IA; y un mundo virtual, conocido como "Matrix" (dando nombre a la trilogía), un lugar idílico, ambientado en finales del siglo XX, momento en el que la humanidad experimenta un enorme progreso, y que nos recuerda a la caverna de Platón. Como explicaba Morfeo a Neo, "es el mundo que ha sido puesto ante tus ojos para ocultarte la verdad."
  Podríamos decir que el argumento de Matrix es la llevada al extremo del experimento del "cerebro en una cubeta" de Hilary Putnam (1926-2016), expuesto en su libro Razón, verdad e historia. A través de este, Putnam trata de resolver cuestiones acerca de nuestra idea sobre el conocimiento, la realidad, la verdad y el funcionamiento de la mente. Así, parte de la idea de que un científico podría extraer el cerebro de una persona de su cuerpo, introducirlo en una cubeta llena de líquido y los nutrientes necesarios para su supervivencia y conectar sus neuronas mediante cables a un ordenador que le proporcionaría impulsos eléctricos, simulando una realidad virtual completamente manipulada. La persona continuaría percibiendo el mundo de la misma forma y, aunque podría ser consciente de la posibilidad de este mismo experimento, nunca podría tener ninguna certeza empírica de ello. Al igual que ocurre en Matrix, podemos diferenciar dos mundos: en este caso, el real y el controlado por el científico.
  A pesar de que el planteamiento filosófico que estamos tratando parece encontrarse intímamente relacionado con las tecnologías propias de las últimas décadas, René Descartes, ya en el siglo XVII, había adelantado estas cuestiones en sus Meditaciones metafísicas (1641). Padre de la filosofía moderna y el racionalismo, Descartes llevaba todo objeto de conocimiento a una duda metódica con el objetivo de encontrar la verdad. Esta duda culmina y alcanza su máxima radicalidad con la hipótesis del "genio maligno". Con ella, sugiere la posibilidad de existencia de un Dios que nos engaña sistemáticamente y que nos hace creer estar en la verdad cuando realmente estamos en el error. Con esta hipótesis, Descartes comienza a cuestionar la veracidad incluso de aquellas proposiciones que parecen tener la máxima evidencia y se mueven dentro del marco de la razón. Por ello, únicamente podrá garantizar la existencia de él mismo como pensamiento (solipsismo) y acabará aceptando la idea de un Dios benévolo para rechazar su propia hipótesis.

   En conclusión, Matrix, Putnam y Descartes ofrecen la misma teoría acerca del problema de lo "real", pero adaptandóse a contextos históricos diferentes. De esta forma, comparten la visión de un mundo aparentemente verídico a través de los sentidos, pero controlado por un ser superior distinto: la inteligencia artificial en el caso de Matrix; la ciencia, en el experimento de Putnam, y un Dios, en la hipótesis cartesiana. En todo estos casos, a excepción de Matrix, donde podemos observar la liberación de algunos individuos de sus ataduras al otro mundo, seríamos incapaces de bien refutar o bien demostrar la existencia de este ser superior y, por ende, viviríamos en una ignorancia inevitable.

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